Singapur es una ciudad-estado situada en el extremo inferior de Malasia, su centro financiero es de los más importantes del mundo al igual que su puerto, eso hace que sea el tercer país del mundo en cuanto a renta per cápita y una vez que llegas allí, eso se nota.
Para llegar desde Malasia es bastante sencillo, coges un bus que para un par de veces antes de entrar en el país y ya está, o casi. La primera es la salida de Malasia, bajas del autobús, entras en un edificio donde te sellan la salida y una vez sales el bus te está esperando al otro lado. En la segunda parada se repite la operación pero en este caso para sellar la entrada en la frontera de Singapur, así que bajas de nuevo del bus, entras en el edificio y haces la cola para que te dejen entrar al país.
El problema fue que la cola que nos tocó iba bastante lenta y cuando nos llego el turno supimos el por qué, y es que el señor de la aduana era tan amable que te preguntaba por la familia, la salud y hasta de qué equipo eras, y como queríamos que nos dejase entrar pues respondimos cordialmente a sus preguntas. El caso es que cuando salimos del edificio que estaba a unos 25km de la ciudad nuestro autobús se había ido y nos había dejado tirados en mitad de ninguna parte.
Tras el momento de ¿y ahora qué hacemos? el cual se repite con frecuencia en el viaje, conseguimos meternos de extranjis en otro autobús y llegar finalmente a Singapur sin más problemas, ¡por fin!
Una vez empiezas a recorrer la ciudad lo primero que llama la atención es la mezcla tan grande de razas y religiones que conviven allí, y es que en la misma calle puedes encontrarte una iglesia católica, un templo hindú y una sinagoga en frente de una mezquita y lo más curioso es que todos parecen llevarse bien.
Durante la comida tuvimos la suerte de compartir mesa con un malayo de origen indio, una china y una malaya musulmana, vamos que aquello parecía un chiste. Cuando les preguntamos que cómo hacían para entenderse nos explicaron que en el colegio todo el mundo estudia inglés y otro idioma a su elección, de forma que si eres chino aprenderás inglés y chino, así además de poder comunicarse entre ellos no pierden su lengua de procedencia, de hecho la ciudad tiene cuatro idiomas oficiales.
Es una ciudad moderna y extremadamente limpia, ¡y por la cuenta que te trae!, por que está prohibido y multado prácticamente todo, desde tirar un chicle al suelo hasta no tirar de la cadena después de usar un baño público, la cantidad de leyes absurdas que tienen es interminable. Además de eso es cara, palabra que no rima con mochilero, y aunque puedes encontrar lugares donde hospedarte relativamente baratos y sitios donde comer económicos, en este tipo de ciudades da la sensación de que para poder aprovecharla bien hace falta un presupuesto digamos… de los de ir sin miedo ninguno.
Por supuesto que esto no quiere decir que con un presupuesto más ajustado no vayas a disfrutar de la ciudad, pero no vas a poder evitar suspirar al pasar por ciertos bares, restaurantes y hoteles en los que sólo en su piscina te quedarías una semana en remojo.
Aunque el transporte público funciona muy bien es una ciudad que te pide caminar y el mejor plan para conocerla es perderse durante el día por alguno de sus famosos barrios como puedan ser Chinatown, Little India o Arab Street. Sin embargo cuando se acerque el atardecer hay que poner rumbo a Marina Bay.
Es cierto que las ciudades son sólo eso, ciudades, y aunque se parezcan en mayor o menor medida hay algunas ocasiones en la que cantidades enormes de hormigón puestas de manera adecuada pueden resultar bonitas y esta es una de ellas.
Contemplar el atardecer sentados en una grada con el Marina Sands (la tabla de planchar gigante) a la espalda, la flor de loto enorme que es el museo de las ciencias a un lado, mientras se van iluminando poco a poco las luces de los rascacielos que hay al otro lado de la bahía es impresionante, y si además te hacen un espectáculo gratuito de música y vídeo proyectado sobre cortinas de agua, pues ya es para quedarse con la boca abierta.
Y por si fuera poco y para que no digan que allí sólo hay cemento están los Gardens by the Bay, que es una especie de parque de atracciones de plantas y flores, con jardines verticales en estructuras que simulan árboles e invernaderos.
Antes del viaje tuvimos la duda de si merecía la pena ir hasta allí para ver una simple ciudad, pero cuando nos tuvimos que ir realmente lo que nos dio fue pena de no haber podido estar más días en esta impresionante urbe.
Mis queridos !!
Qué envidia , de la buena he ☺️poder estar allí y vivir esa experiencia , las fotos divinas , un beso y abrazo enorme ?
Pues ya me dieron ganas de ir … malasia y Singapur en un solo viaje 🙂
Es muy buen plan, además son países muy fáciles de recorrer! muy recomendado.